El gato en la Anunciación 

Julio I. González Montañés

 ¿demonio o mascota? 

Introducción 

  
  No son muy frecuentes, aunque existen más de un centenar de casos, las Anunciaciones en las que aparece un gato en la estancia de María; felino interpretado por algunos como un símbolo del demonio y por otros como una simple mascota cuya presencia añade a la escena una nota de intimismo doméstico, al igual que en las Anunciaciones en las que aparecen perros. El objetivo de esta página web, y de la base de datos iconográfica que la complementa, es analizar los casos conservados para intentar comprender su significado, que anticipo es polisémico y con diferentes matices de significación en cada caso. 

  En primer lugar, huelga decir que los Evangelios no mencionan la presencia del felino en la Anunciación, es más: la palabra gato no aparece en ningún lugar de la Biblia, lo cual para algunos sería un primer indicio del carácter diabólico del animal. Hay que señalar también que la aparición del gato en las representaciones plásticas de la Anunciación es tardía, ya que no existen casos hasta el último cuarto del siglo XIV. Pino Blasone en un trabajo publicado en 2008 [1] mencionaba como primer caso la Anunciación de Cortona de Fra Angelico (1434), en la cual el gato estaría escondido, según él, y casi borrado, bajo la silla de María. Sin embargo, no he podido ​encontrarlo en las fotografías de las que dispongo, y Lino Mannocci, después de contemplar la obra in situ, niega su existencia y dice que Blasone debió de basar su afirmación una fotografía con sombras, en las que el eidetismo le hizo ver un gato [2]

 En cualquier caso, existen ejemplos anteriores de Anunciaciones con gato, y con perro y gato, tanto con los animales conviviendo en pacífica armonía (cf. la miniatura de Niccoló da Bologna en el Misal del cardenal Pierre d’Estaing, ca. 1374-77), como dispuestos para la pelea (cf. un Libro de Horas iluminado en París hacia 1407, probablemente por un miniaturista italiano, escena que ha sido interpretada como una representación simbólica de la lucha entre el Bien y el Mal, este último encarnado en el felino). Existen casos posteriores de Anunciaciones con perros y gatos que analizo en otro capítulo, pero si nos ceñimos a aquellos en los que el gato aparece solo, los primeros ejemplos son de finales del siglo XV (cf. tabla del Maestro Bertram, ca. 1390-1400 y Anunciaciones de Olivuccio di Ciccarello da Camerino en el Museo de las Marcas de Urbino, ca. 1396, y de Jacopo da Verona en el Oratorio de San Michele de Padua, 1397). Ya del siglo XV (ca. 1440-50) son un grupo de relieves flamencos de terracota en los que el gato aparece sentado al lado del banco de la Virgen. La composición de estas terracotas, con el gato en el mismo lugar, aparece también en la pintura alemana de la región de Renania del Norte-Westfalia en obras como el retablo de la iglesia de Schöppingen (ca. 1453-57), o la tabla del Museum für Kunst und Kulturgeschichte de Dortmund (ca. 1480). 

  En la segunda mitad del siglo XV el motivo seguía en uso en Italia (díptico de Bartolomeo Caporali en Perugia y frescos de Giovanni Pietro da Cemmo en Bagolino y Esine), y se extendía por Alemania (tríptico de 1498 en los Staatliche Museen de Berlín). A partir de 1500 el número de casos aumenta, siendo hacia 1515-20 un motivo relativamente frecuente en la pintura de los círculos manieristas flamencos de Brujas (Jan Proovost) y Bruselas (Bernard Van Orley), y especialmente en Amberes (cuatro casos conservados de Jean de Beer y su círculo). Por las mismas fechas lo encontramos también en Centroeuropa (tabla del Museo Nacional de Varsovia, relieves de Elbląg y Cracovia…), con derivaciones en la Península como la Anunciación del retablo de Sijena (Huesca, 1514-19), obra de un pintor relacionado con el círculo de Michael Pacher identificado en la actualidad con Rodrigo de Sajonia. 

  En Italia, país del que proceden más de la mitad de las Anunciaciones con gato que he catalogado, era una iconografía ya relativamente frecuente en las décadas de 1520 y 1530 (Altobello Melone, Sansovino, il Garofalo, Lorenzo Lotto, Amalteo Pomponio, Girolamo Romani…), y se popularizó en la segunda mitad del siglo XVI, apareciendo en obras de pintores de primera fila como Tintoretto, Veronese, o Federico Barocci. Es destacable el caso de Barocci, probablemente el principal difusor del motivo del gato como detalle de intimismo doméstico, tanto en sus Anunciaciones (más de media docena de casos, contando obras de taller) como en sus Vírgenes, por ejemplo la famosa Madonna della Gatta de la Galleria degli Uffizi de Florencia. El gato de las Anunciaciones de Barocci, un adorable minino que aparece en primer plano, dormido plácidamente encima de una silla con cojín e indiferente al milagro que tiene lugar en la estancia, se difundió en copias y grabados a finales del siglo XVI y primer tercio del XVII hasta un punto insufferable según Anna Bronwell [3]. La popularidad del motivo en Italia continuó a lo largo de todo el siglo XVII (Alessandro Varotari, Belisario Corenzio, Alessandro Vitali, Pietro Ronzelli, Antonio Cercignani, Francesco Guarini, Il Fiammenghino, Antonio Maria CrespiFra Umile da Foligno…), y todavía en el XVIII encontramos algunos casos en las obras de Gerolamo Cenatiempo o Giuseppe Righini, así como en el círculo de Luca Giordano y, especialmente, en la obra de Francesco Trevisani (tres casos del primer cuarto del siglo XVIII), y en la del napolitano Francesco de Mura, autor de media docena Anunciaciones con gato entre 1730-60. 

 Fuera de Italia las Anunciaciones en las que aparece el felino son menos frecuentes en los siglos XVII-XVIII, aunque hay algunas en los Países Bajos (Pieter Lastman, Rubens, Simon de Vos...), en Portugal (Anunciación del Museu dos Biscainhos de Braga), Francia (Philippe de Champaigne en el siglo XVII y Pierre-Antoine Baudouin en el XVIII), Alemania (Anton Berin en el siglo XVII y Anton Raphael Mengs en el XVIII), España (Francisco de Moure en el XVII y Miguel Jacinto Meléndez en el siglo siguiente), en Ecuador y en México (Baltazar Echave ÍbiaLuis Juárez, Juan Sánchez Salmerón y Fray Alonso López de Herrera en el siglo XVII, y Cristóbal de Villalpando y Francisco Javier de Santander en el XVIII). De México procede también una de las obras de cronología más tardía que conozco: un relieve del último cuarto del siglo XVIII de la capilla del Pocito (Villa de Guadalupe del Tepeyac, ciudad de México), penúltimo ejemplo antes de que el gato desaparezca de las Anunciaciones a principios del siglo XIX (el último caso catalogado es una Anunciación conservada en el Museo de la Catedral de Santiago, obra de Gregorio Ferro datada en 1808).

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[1] BLASONE, Pino, “The Cat and the Angel of the Annunciation”,  en: Academia.edu (2008). Disponible.
[2] MANNOCCI, Lino (dir.), L’Angelo e la Vergine [Exp. Gallerie Ceribelli de Bergamo 2016-17], Lubrina Editore, Bérgamo, 2016, pp. 26 ss. Disponible.
[3] BROWNELL JAMESON, Anna, Legends of the Madonna as represented in the fine arts, Unit Library, Londres, 1903, p. 282. Disponible. Las copias de las Anunciaciones de Barocci son abundantísimas en la pintura, existen verisones en mosaico y en tapiz, y en el caso del grabado se utilizó en impresiones hasta principios del siglo XIX.