El gato en la Anunciación
Julio I. González Montañés
¿demonio o mascota?
Gato mascota
En la práctica totalidad de las
Anunciaciones con gato que conozco el felino es simplemente una mascota doméstica que
pone una nota de intimismo hogareño en la escena de la Anunciación, y no creo casual que aparezca en el arte en un momento en el que la pintura y la
miniatura desarrollaron en Flandes y en Italia un naturalismo burgués que se complace en los detalles ambientales, es decir: en la descripción de objetos, interiores
domésticos, arquitecturas, paisajes y fauna. El minino de las Anunciaciones
es un animal que forma parte de la casa y se asocia con María como en otras muchas representaciones (por ejemplo en las
abundantes Vírgenes con gato: Leonardo, Barocci, Rembrandt…), lo mismo que lo hace en general con las mujeres (aparece en numerosos retratos), ya que el gato se asocia con la sexualidad de la mujer y desde la Antigüedad era considerado una mascota típicamente femenina, hasta el punto de ser la
única que la antigua regla monástica inglesa conocida como Ancrene Wisse les
permitía tener a las monjas, aunque parece que el motivo de la excepción era que libraban a los conventos de los ratones.
Hay que tener también en cuenta que las
Anunciaciones con gato se difundieron en la segunda mitad del siglo XV y
especialmente en el XVI, en un momento en el que parece haberse producido en Europa un
cambio de mentalidad con respecto al gato, al menos en algunos círculos
humanistas y artísticos. Es cierto que inquisidores y predicadores seguían
asociando como en la época medieval al gato con el demonio, pero los pintores manieristas lo incluyeron frecuentemente en su obras y cualquier lector culto de Europa sabía,
por ejemplo, que Francesco Petrarca amaba hasta tal punto a su gato que cuando murió lo
hizo momificar y lo colocó en un nicho de mármol dentro de su casa de Arquá con
una inscripción en latín que decía: "Yo
fui su mayor pasión, solo por detrás de Laura". Son también relativamente frecuentes, desde la Edad Media, las historias de monjes y eremitas cuya única compañía era un gato, e incluso el Papa Gregorio I Magno tenía uno que desde sus años de monje lo acompañaba a todas partes. En fin, que el felino es un animal ambivalente que en ocasiones puede entenderse como imagen del demonio, entre otras razones por sus costumbres nocturnas, pero que tiene también connotaciones positivas ya que es útil contra los roedores, y además un animal sensible y cálido que
—cuando a él le apetece—, busca el contacto con los humanos para que lo acaricien y lo alimenten ("Dios creó al hombre únicamente con el objeto de servir al gato", dijo Jacques Sternberg).
Muchos de los gatos que
aparecen en las representaciones de la Anunciación son mininos jóvenes y juguetones que enredan en la cesta de costura de María y, especialmente los que aparecen dormidos sobre una
silla, derivados de un modelo de Federico Barocci, son, como ya he mencionado, gatitos adorables que nada tienen de demoníaco y funcionan prácticamente como bibelots. Sin embargo, es algo
sorprendente la importancia que se les otorga, situándolos casi siempre en
primer plano y en ocasiones ocupando el centro de la composición como el gato
"entronizado" del fresco de Antonio Cercignani Il Pomarancio en el hospital de
Santa Maria Nuova de Florencia, o el de Fra Umile da Foligno en la iglesia romana
de
Santa Maria in Aracoeli. Algunos
han pensado que es demasiado protagonismo para una simple mascota y creen que
se trata del diablo, engañado por la Encarnación de Cristo, pero los gatos
duermen plácidamente desentendiéndose del Anuncio y, desde mi punto de vista, se trata tan solo
de un detalle de intimismo doméstico sin connotaciones negativas.
Hay que señalar que en numerosos casos el gato se sitúa en primer plano y mirando directamente hacia el espectador, como si fuese consciente de su presencia. Adquiere así el felino un papel mediador, introduciendo en la escena a la persona que contempla la obra. Este recurso fue muy frecuente en la pintura del Renacimiento, en la cual aparecen en muchos casos, profetas, santos, ángeles y otros personajes ajenos al episodio representado que dirigen su mirada fuera del cuadro y señalan con gestos y/o cartelas hacia la escena principal, llamando la atención del fiel. Así lo recomienda Leon Battista Alberti en el libro primero de su tratado De Pictura (1436): "Me agrada que haya en un cuadro alguna figura que llame la atención de los espectadores, y como que les haga señas con la mano para que vean lo que allí hay...".
Por otra parte, es posible que
exista alguna relación entre los gatos domésticos de las Anunciaciones y los
leones del Trono de Salomón, al menos en algunos casos. En uno de los primeros ejemplos
de Anunciación con gato conocidos, el
Altar de la Pasión de Hamburgo (ca. 1390-1400), el felino aparece pegado al atril
de María y es del mismo color que el mueble, de tal modo que podríamos pensar
que es un animal tallado de madera que forma parte de la decoración del atril. Además,
en otra tabla que se conserva del mismo retablo se representa la Coronación de
María con dos estatuas de leones a los lados del Trono de Salomón, el de la derecha visualmente muy similar al gato
de la Anunciación ya que ambos parecen estar mordiendo el mueble por ser escultura
y formar parte de él (cf. Foto infra). Dichos leones salomónicos, asociados con el trono,
aparecen en algunos casos en las representaciones de la Anunciación, bien
formando parte del atril de María, bien de un banco, del marco arquitectónico o
del lecho de la Virgen (fresco de Cremona, varias versiones de Robert Campin,
Van der Weyden, anónimo flamenco, grabado del siglo XVI con monograma S (ancla)
S, pintura de Domenichino....). En la mayoría de los casos no
está claro hasta qué punto se habrá buscado intencionadamente una vinculación
entre el gato de la Anunciación y los leones del Trono de la Sabiduría pero hay algún ejemplo en el que la relación parece evidente como sucede en un grabado de Maerten van Heemskerck (ca. 1548) en el que aparecen dos "gatos": ambos felinos robustos de aspecto leonino, muy diferentes a los mininos que encontramos habitualmente en las Anunciaciones. El que asoma bajo la cama de María es una figura alegórica, un león esculpido que forma parte del mueble y alude a los leones del Trono de Salomón o Trono de la Sabiduría, mientras que el que se encuentra entre el ángel y María es la mascota doméstica aunque su musculatura y el pelaje de su cabeza le proporcionan un aspecto leonino, como si fuese la pareja del otro (cf. Foto infra).