El gato en la Anunciación
Julio I. González Montañés
¿demonio o mascota?
El gato como demonio
La interpretación del gato
en las Anunciaciones como un símbolo del diablo se fundamenta en la
consideración negativa que la Edad Media tuvo del felino, frecuentemente
asociado con las brujas y los herejes cátaros y waldenses, así como con los
templarios cuando cayeron en desgracia ("adorabant quemdam catum sibi in ipsa congregatione apparentem quandoque").
A todos ellos se les acusaba de adorar al demonio que se les aparecía en forma
de gato, generalmente negro, al cual, según el Papa Gregorio IX, besaban el
trasero en sus rituales. En el caso de los cátaros incluso se llegó a afirmar,
como Alain de Lille en el siglo XII, que su propio nombre podría derivar de la
palabra gato (catus en latín), y se le atribuye al Papa Inocencio
VIII el haber afirmado a finales del siglo XV que el gato era el animal
favorito del demonio y el ídolo de todas las brujas.
El hecho de que el gato no
aparezca nombrado en la Biblia lo convirtió en un animal maldito: Adán no le
dio nombre lo que explicaría su naturaleza independiente, su sigilo y su falta
de lealtad. El gato se tolera por su utilidad como cazador de ratones, pero se encuentra
en el umbral entre lo familiar y lo salvaje, y siempre es sospechoso. En el
mundo medieval es un tópico considerar al gato un animal traicionero y malicioso,
y son numerosos los testimonios literarios en los que el gato se compara con el
diablo, que juega con las almas de los seres humanos como los gatos lo hacen
con los ratones cuando los tienen acorralados o atrapados por la cola. Hacia 1225 Odo de Cheriton
denomina al demonio en sus Fabulae (nº
26) "Catus qui animas deuorat"
(=gato que devora almas), y son numerosos en el siglo XIV los exempla en los que se compara al demonio
con el gato (Alphabetum Narrationum de Arnaldo de Lieja, Summa de exemplis de Johannes de San Gimignano…), y los sermones en
los que los predicadores insisten en la analogía. No puede pues extrañar que William
Caxton sentenciara en su Royal Book (1484): "The devyl playeth ofte with
the synnar, lyke as the catte doth with the mous" (=El demonio
frecuentemente juega con el pecador como el gato lo hace con el ratón).
Partiendo de estas
consideraciones, muchos historiadores del arte han interpretado
sistemáticamente a los gatos como símbolos del demonio, aunque en el caso de las
Anunciaciones son muy pocas aquellas en las que los gatos presentan caracteres
diabólicos y parece claro que la mayoría de ellos son solamente mascotas
domésticas. Una de las Anunciaciones en la que la mayor parte de la crítica está de
acuerdo en afirmar que el gato es el demonio es la que Lorenzo Lotto pintó hacia 1534 para
el Oratorio di S. Giorgio de Recanati: en ella el gato, entre sorprendido
y asustado, vuelve la cabeza hacia el ángel al tiempo que arquea el lomo y
salta para escabullirse, lo cual ha sido generalmente interpretado como
símbolo de la derrota del maligno, que huye ante la presencia del mensajero
celestial.
Sin embargo cabe una
interpretación sensu contrario. Podría tratarse de un rasgo naturalista pero con un simbolismo
disfrazado: el gato es tan solo un animal doméstico que se sorprende y asusta al
sentir la presencia de un intruso, pero su actitud sería para María la prueba
de que el ángel es "real" y no una ilusión de su mente. Esta interpretación había sido apuntada hace tiempo también en relación con las representaciones del Anuncio a los pastores, en las
cuales frecuentemente los perros pastores reaccionan frenéticos ante la aparición del
ángel, y a mi entender, de la misma manera hay que
interpretar los canes que en algunas Anunciaciones ladran furiosos al arcángel
Gabriel.
Lorenzo Lotto, Anunciación de Recanati.
Museo Civico Villa Colloredo Mels
Otro posible caso de gato
diabólico en una Anunciación es el del relieve del último cuarto del siglo XVIII
de la capilla del Pocito (Villa de Guadalupe del
Tepeyac, ciudad de México). Bajo una mesa en la estancia de María aparece una figura
de diablo que para Julia Santa Cruz y Enrique Tovar tendría el rostro y el
cuerpo de un gato. Es cierto que la figura tiene características demoníacas, como las orejas
puntiagudas y el rostro mefistofélico, aunque no tengo
claro, con las fotos de las que dispongo, si realmente se trata de un gato. Sus
descubridores lo califican como gato-demonio, lo cual sería prácticamente un caso único, y lo describen así:
"Dicho personaje se
encuentra echado como los gatos en algunas
pinturas coloniales, muestra en vez de cola unas nalgas descubiertas, la cabeza
desproporcionada respecto al cuerpo
permite observar sus rasgos humanos,
largos bigotes que se le enroscan por encima del labio superior, este último abierto
ligeramente en la parte central (cual felino); los pequeños ojos permiten destacar las
prominentes cejas que cubren parte de la frente, por último, las orejas humanas son sustituidas por unas puntiagudas de felino".
Relieve de la capilla del Pocito (detalle).
Gato de la Anunciación de Tintoretto
En realidad no hay
más casos de gatos diabólicos en la Anunciación. A algunos se les ha atribuido
tal carácter por prejuicios y apriorismos historiográficos o por sus rostros malencarados y actitudes agresivas como sacar las uñas (cf. la Anunciación de Grottaglie),
pero esto forma parte de la naturaleza del gato y creo que en la mayoría de
los casos lo que los artistas intentan representar es la percepción que el
animal tiene de la presencia de un intruso inesperado en la estancia, la cual se puede
manifestar con bufidos o expresiones de ataque, pero también con caras de susto
y sometimiento como la del gato de la Anunciación de Tintoretto conservada en
el Museo Nacional de Arte de Rumanía (ca. 1550).
Por otra parte, hay que señalar que son escasos los gatos negros en las Anunciaciones, cuando es ese el color que habitualmente se les adjudica a los gatos que aparecen en escenas de brujería, satanismo y rituales heréticos, y también objeto de innumerables supersticiones populares que han llegado hasta nuestros días. Solo conozco siete u ocho de casos de gatos negros en escenas de la Anunciación (un fresco de G. Pietro da Cemmo en Esine, la Anunciación de Fray Alonso López de Herrera, algunas placas flamencas de terracota policromadas como la del Westfälisches Museum de Münster, las Anunciaciones de Juan de Borgoña II...), y también algunos más de gatos negruzcos con reflejos blancos que podrían ser gatos negros ya viejos (Jan Proovost, Belisario Corenzio...), pero en todos ellos el felino parece simplemente una mascota doméstica desprovista de connotaciones negativas (cf. FICHAS).
G. Pietro da Cemmo
Belisario Corenzio
Jan Proovost